Dalai Lama. El arte de la compasión. Barcelona: Random House, 2015. 140 páginas.

Este libro es delicioso y sencillo para leer. Es el resultado de las charlas de Su Santidad en agosto de 1999 en Nueva York, en concreto tres días. El tema de las charlas se centró en los métodos budistas que permiten llegar a la iluminación. En ellas unió el contenido de dos textos: el libro segundo de “Las etapas de la meditación” del maestro indio del siglo VIII Kamalashila y “Las treinta y siete prácticas de los bodhisattvas” del practicante tibetano del siglo XIV Togmay Sampo.

El Dalai Lama aborda muchos temas, con lo cual resulta un libro sumamente enriquecedor y fácil de leer. Personalmente me ha gustado mucho el capítulo sobre la compasión.

En primer lugar la define como el deseo de que los demás estén libres de sufrimiento. Si deseamos tener un corazón compasivo, el primer paso consiste en cultivar sentimientos de empatía o proximidad hacia los demás, así como reconocer la gravedad de su desdicha.

compasion-10Cuando habla de proximidad no se refiere a la proximidad física o emocional, sino a un sentimiento de responsabilidad, de preocupación por esa persona. Dice el Dalai Lama que con el fin de desarrollar esta cercanía es necesario reflexionar sobre las virtudes implícitas en la alegría por el bienestar de los otros.

«Compasión: el deseo de que los demás estén libres de sufrimiento»

Debemos llegar a ver la paz mental y la felicidad interna que deriva de ello, al mismo tiempo que reconocemos las carencias que provienen del egoísmo y como éste nos induce a actuar de un modo poco virtuoso. También resulta vital reflexionar sobre la amabilidad de los otros. Todos y cada uno de los aspectos de nuestro actual bienestar son debidos a un duro trabajo por parte de otros. Por tanto, es importante trabajar para reconocer la dependencia que sufrimos de aquellos por quienes sentimos compasión.

Tras el desarrollo de la empatía y cercanía, el siguiente paso importante para cultivar la compasión consiste en penetrar en la verdadera naturaleza del sufrimiento. El Dalai Lama recomienda cultivar la comprensión de los tres niveles de sufrimiento en nuestra propia experiencia personal y desde ahí desviar el foco de atención a los otros.

Cuando conseguimos combinar un sentimiento de empatía por los otros con una profunda comprensión del dolor que sufren, llegamos a sentir una verdadera compasión por ellos. “Es algo en lo que debemos trabajar continuamente”.

Define el amor-bondad como el deseo de que todos los seres disfruten de la felicidad. Se comienza tomando a un individuo específico como centro de la meditación, y luego se va extendiendo el alcance de nuestra preocupación hasta que este llegue a abrazar a todos los seres vivos.

En última instancia, la compasión que debemos poseer es la que se deriva de nuestra penetración en el vacío, la naturaleza esencial de la realidad. Esta naturaleza esencial es la ausencia de existencia inherente en todos los aspectos de la realidad, la carencia de identidad intrínseca de cualquier fenómeno. Atribuimos esta cualidad de existencia inherente a nuestra mente y a nuestro cuerpo y después percibimos este estatus objetivo, el yo. Este potente sentimiento referido a uno mismo se aferra a la naturaleza inherente de otros fenómenos, especialmente de aquellos objetos que nos gustan y queremos poseer.

dalai-lama-compasion«Solo el desarrollo de la compasión y el entendimiento de otros nos pueden traer la tranquilidad y la felicidad que buscamos».

La ira o la infelicidad son el resultado indirecto de esa cosificación y de ese deseo de posesión cuando se nos niega lo que se ha convertido en objeto de nuestro anhelo. La cosificación no es nada más que conceder a esos objetos una realidad que no poseen. Hay que unir la compasión a esta comprensión de cómo todo nuestro sufrimiento se deriva de un malentendido con la naturaleza de la realidad. Reconocer como base del infortunio esta percepción errónea, ese apego equivocado a un yo no existente, implica ver que ese sufrimiento puede ser eliminado.

Dice el Dalai Lama que debemos asegurarnos de que la meditación ejerce algún efecto o influencia sobre nuestras acciones cotidianas. Y dice así:

“Debemos empezar a considerar cómo mantener el corazón abierto hacia aquellos a los que normalmente envidiaríamos, aquellos que disfrutan de riqueza y de un excelente nivel de vida. Solo mediante la profundización en el concepto de sufrimiento obtenida durante las sesiones de meditación somos capaces de relacionarnos con esas personas con compasión”.

Voy a finalizar con unas palabras del Dalai Lama que me han impresionado mucho:

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“ La verdadera compasión posee la intensidad y la espontaneidad de una madre cariñosa que sufre por su bebé enfermo. A lo largo del día, todos los actos y pensamientos de la madre giran en torno a su preocupación por el niño. Esta es la actitud que deseamos cultivar hacia todo ser. Cuando la experimentemos, habremos alcanzado la gran compasión “.

 

Claudia Corrales Lantero

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