Muy Venerable Lama Geshe Tsering Palden

La  ecuanimidad  es  una  poderosa  energía  de  precisión,  cordura,  armonía  y equilibrio. Es imparcialidad, respuesta proporcionada, medio justo, ánimo estable ente las vicisitudes  o  adversidades,  mente  firme  e  imperturbable  ante  el  elogio  o  el  insulto,  la ganancia o la pérdida, lo agradable y lo desagradable.

Al ser ecuánime una persona se desplaza desde la pugna por controlar todo lo que sobreviene  en  la  existencia a  la  sencilla  y verdadera  vinculación  con  todo lo que  existe. Tiene una perspectiva total mente diferente de la Vida pues, por lo general, el ser humano vive en un nivel de rechazo que le debilita profundamente.

Ecuanimidad es vivir en el presente, libre del pasado y del futuro y  sin reaccionar con  avidez  o  aversión.  El  placer  y  el  sufrimiento  se  alternan  e  incluso  se  producen simultáneamente.  La  ecuanimidad  nace  cuando  uno  no  se  aferra  a  lo  agradable  y  no añade  sufrimiento  a  lo  desagradable.  Las  sensaciones  surgen  y  se  desvanecen,  es  su dinámica natural, como es la dinámica de esta vida, pasar.

Nos  relacionamos  con  los  demás desde  el rechazo,  la  atracción  o la  indiferencia. Esto  concierne  tanto  a  nuestros  contactos  con  seres  humanos  como  a  los  que establecemos con animales o con objetos.

Cuando  sentimos  rechazo  por  alguien,  esa  persona  se  convierte  en  nuestro enemigo; si lo que sentimos es atracción, esa persona se convierte en nuestro amigo; y, por último, nos mantenemos indiferentes ante los extraños o desconocidos.

«el ser humano vive en un nivel de rechazo que le debilita profundamente»

El Equilibrio EmocionalEn los  textos budistas se nos advierte de la inestabilidad de estas situaciones, en el sentido de que el enemigo no lo  es  para siempre, ni el  amigo  tampoco. En un mismo día, en un solo momento, nuestro amigo es nuestro enemigo y viceversa. Todo cambia y nuestras  relaciones  también.  Ocurre,  además,  que  cada  vez  que  una  persona  nos agrada, solemos añadirle cualidades exageradas que en realidad esta persona no tiene; y si  nos  desagrada,  entonces  hacemos  lo  contrario,  le  restamos  o  negamos  cualquier cualidad  que  pueda  tener,  alimentando  de  esta  forma  nuestro  apego,  en  un  caso,  y nuestro odio, en el otro. Lo mismo hacemos con  los objetos: cuando vemos  algo  bonito, que nos gusta, inmediatamente, le añadimos unas excelencias exageradas que lo hacen, ante  nuestros  ojos,  más  bello  de  lo que, en realidad,  es,  aumentando aún  más  nuestro deseo  y  apego.  Funciona  igual  que  con  las  personas,  y  la  base  es  la  misma: el aferramiento al yo.

Es necesario que permanezcamos atentos y controlemos nuestra actitud mental en nuestra vida para que, llegado el momento, si nos enfadamos, podamos localizar la base sobre la que se sustenta ese enfado que no es otra que nuestro orgullo y ese sentimiento del “yo” y  “lo  mío”  que  siempre va  con  nosotros  y que  hace  que  consideremos a  quien ataca algo  que consideramos  “mío”, como “mi padre”,  “mi madre”,  “mi amigo”, cualquier cosa “mía”… como nuestro enemigo.

El Equilibrio Emocional

Con  alguien  por  quien  sentimos  apego,  nos  resulta  muy  fácil  practicar  la generosidad y  la  paciencia, pero  si  lo  que sentimos  es aversión, nuestro sentimiento  es de  rechazo  y de  enfado. Esta  parcialidad  impide  que acabemos  con  los  dos  principales engaños, -el  apego y la hostilidad- que son  la causa de nuestro sufrimiento. El origen de estos  engaños  se  encuentra  en  la  ignorancia  que  nos  hace  creer  en  el  yo  como  algo realmente  existente.  Esta  ignorancia  y  los  engaños  que  la  siguen ,  suponen  la  base  de todos  nuestros  sufrimientos,  la  raíz  de  todos  nuestros  problemas.  A  partir  de  esta percepción  equivocada,  establecemos  con  los  demás,  relaciones  –amigo,  enemigo, persona indiferente– según sean éstas de beneficio o no para nuestro ego.

Así  que,  si observamos  nuestra mente y  comprobamos  de  qué manera  funciona, sabremos  cómo  acabar  con  estas  tendencias.  En  este  sentido,  el  cultivo  de  la ecuanimidad hará que este exceso de  cualidades positivas o negativas que atribuimos a los objetos o a las personas, no nos lleven del apego al  rechazo y del rechazo al apego, sin control alguno por nuestra parte.

ecuanimidadUna  de las ventajas  de permanecer  en ecuanimidad  es  el logro de la  paz mental, mediante la  cual, podemos  enfrentarnos a  los problemas, tranquilos, en calma. Sin esta paz  mental,  dejándonos llevar  por  todo  aquello  que  acontece en la vida, nuestra  mente está siempre desequilibrada, perturbada y agitada. La ecuanimidad es la base para lograr esta  tranquilidad mental  que buscamos  y que  nos  proporciona  felicidad.  Por  eso, desde esta perspectiva, cada vez que sentimos apego o aversión hacia otros, nos encontramos en la dirección opuesta a la que buscamos.

Gracias a esta paz mental, actuamos de una manera positiva y obtenemos mejores relaciones con los demás y más amigos que antes.

Es  muy  importante  familiarizarse  con  este  concepto,  meditar  y  reflexionar  sobre este  tema  y,  poco  a  poco,  ir  abandonando  nuestra  tendencia  a  apegarnos  y  rechazar, logrando  esta  estabilidad,  esta  paz mental que  genera positividad , felicidad  o,  al menos, sienta las causas para que esto suceda.