Desde el techo del mundo, Tíbet, se ha desarrollado una cultura médica única a partir de una amalgama de sistemas médicos tradicionales: ayurvédico, tradicional chino, persa, entre otros; unido todo ello a una filosofía de vida basada en las enseñanzas budistas.

Milenios de conocimiento tras de sí avalan esta Medicina que aboga por un tratamiento integral de la persona, mente y cuerpo, en una unión simbiótica.

Es a partir de nuestro pensamiento que conformamos las ideas y desarrollamos acciones con las que compartir el entorno en el que vivimos. Somos, en muchas ocasiones, ajenos a los resultados que de esas acciones se derivan, conviviendo con dificultades sin entender el origen de las mismas.

La perspectiva de la Medicina Tradicional Tibetana nos enseña que somos actores de nuestra propia salud, donde nuestra mente conforma la realidad de salud (o enfermedad) que experimentamos.

Para esta escuela médica, cada persona presenta unas características asociadas a su físico y a su psicología, basadas en una combinación de tres energías, que en equilibrio mantienen el sistema de salud en óptimas condiciones.

Esas energías son las responsables de la gestión de nuestros sistemas internos: nervioso, circulatorio, digestivo, respiratorio, motor, urinario, etc., y mantienen su equilibrio, o lo pierden, en base a una serie de condiciones secundarias que en ellas influyen, como son la alimentación, el clima, el comportamiento y la altitud.

El cuerpo, en consonancia con la mente, experimenta en base al paradigma de pensamiento, fomentando el bienestar cuando se actúa de acuerdo a las características propias de la naturaleza de uno mismo.

Ahora bien, no estamos solos y en ocasiones el entorno influye negativamente, perdemos la conciencia de nosotros mismos y cometemos acciones que desequilibran nuestro organismo.

Este desequilibrio provoca la aparición de un potencial de desorden que si no se remedia puede dar lugar a la aparición de la enfermedad. A través del diagnóstico, el médico tibetano es capaz de determinar el origen del desequilibrio de un paciente. Este diagnóstico es complejo y, a la vez, sutil. La escucha del pulso en la arteria radial, el examen de la orina y el establecimiento de una conversación con el paciente, permiten obtener la información necesaria sobre el funcionamiento interno del cuerpo.

Obtenido el diagnóstico y la causa de la enfermedad, el médico propone al paciente una terapia, interna por ingesta de píldoras herbales, o externa por medio de tratamientos de frío o calor para equilibrar sus sistemas. Todo ello acompañado de consejos para mejorar nuestra vida en relación a nuestra alimentación y comportamiento con lo que nos rodea.

¿Podemos así fomentar un pensamiento de salud? Sí, cuando somos conscientes de nuestras particularidades y comprendemos como influyen las mismas y el entorno en nuestra energía, poniendo en sí en marcha una vida responsable de bienestar.

Vivimos en un mundo de muchos cambios, y adaptarse al mismo resulta complicado. Es por ello momento de acercarse a este sistema, que con miles de años de experiencia tras de sí ha dado soluciones a millones de personas, facilitando una vida sana, saludable, en cuerpo y mente.

Sergio Iniesta Esteban
Coordinador Área de Medicina Tradicional Tibetana
Comunidad Budista Thubten Dhargye Ling