El libro tibetano de la vida y de la muerte, de Sogyal Rimpoché, recoge una frase que sintetiza bien las distancias y acercamientos entre el Budismo y la ciencia: «La muerte es un espejo en el que se refleja todo el sentido de la vida«.

¿Qué hay después de la muerte?

Para el budismo, la conciencia sutil tiene una continuidad después de la muerte y como establece el bardo Thodol, o libro tibetano de los muertos, del budismo tántrico tibetano, existe un periodo posterior a la inmediata muerte de transición entre el samsara o reencarnación y la liberación. La conciencia recurre a la memoria kármica como guía en esa decisiva fase.

Sin embargo, la opinión más aceptada en la comunidad científica hoy en día es la cesación de la mente o cualquier proceso cognitivo tras la muerte o inactividad de los procesos neuronales.

¿Qué hay detrás de estos dos puntos de vista tan diferentes y en qué están basados?

La neurociencia moderna concibe la mente como una propiedad emergente de los procesos que ocurren en el cerebro. La mente, o usando una expresión más científicamente aceptada, los procesos cognitivos, serían por tanto la actividad de las neuronas que procesan información, y es tratada por tanto como una entidad física y medible. La tecnología de la neuroimagen persigue establecer una estrecha relación entre cada pensamiento o emoción y los cambios observados en la actividad neuronal y a sus procesos bioquímicos. Las alteraciones cerebrales, ya sean debidos a una lesión, efectos de alguna droga o experiencia personal, se traducen en un cambio a nivel orgánico de la mente.

Sin embargo, la relación entre actividad cerebral y conducta no demuestra que el cerebro sea la causa de la mente.

 

¿Es, por tanto,usted su cerebro?

Ante una lesión, enfermedad o por la degeneración que se produce con la edad, los seres humanos vemos mermadas nuestras capacidades cognitivas o incluso en algunos casos severos llegan a perderse. Por ejemplo, la demencia produce importantes pérdidas de memoria y la aparición de tumores o
hemorragias cerebrales provoca en algunos casos alteraciones de la personalidad. Desde la ciencia estos hechos son una prueba irrefutable de que la conciencia se genera en el cerebro y que cuando cesa la actividad neuronal cesa a la vez esa conciencia. Para la psicología budista, cuando la mente abandona el cuerpo tras la muerte se lleva consigo los recuerdos de esa persona. Es en la mente donde estaban almacenados y no en el cuerpo.

Sin embargo esa memoria podría ser inaccesible durante la vida de una persona debido por ejemplo a alguna demencia. Lo que es una contradicción para la ciencia, el budismo lo explica con la dependencia del cerebro para recuperar tales recuerdos de la conciencia. Cuando la relación mente y cerebro se encuentra desequilibrada debido a las alteraciones neuronales la proyección de la mente se distorsiona o hace inaccesible. Sin embargo, esos recuerdos pueden surgir en vidas futuras. El psiquiatra Ian Stevenson de la universidad de Virginia consideraba la reencarnación como complemento a la influencia de la herencia genética y entorno para explicar el desarrollo de una persona. Stevenson estudió a más de tres mil niños que dieron testimonios de sus vidas anteriores a temprana edad y mediante un trabajo casi detectivesco logró confirmar muchas de las historias.

«La muerte es un espejo en el que se refleja todo el sentido de la vida«

A pesar de la controversia levantada en torno a sus investigaciones, aunque se ajustó a los métodos estadísticos aceptados en la época, el hecho de considerar la reencarnación como ingrediente en una teoría que combina la genética actual con otros factores, hace extender los límites de nuestra concepción de la existencia y dar rienda suelta a una ciencia cuyo único objetivo debiera ser el conocimiento sin muros culturales.

Los pasados 21 y 22 de marzo del 2015 se celebraron en el centro Thubten Dhargye Ling de Madrid las primeras jornadas de Budismo y Ciencia. En esta ocasión en torno al tema de la muerte.

Asistieron como ponentes los lamas Geshe Tering Palden y Geshe Ngawang Losel, los profesores universitarios de psicología el Dr. Santiago Segovia y el Dr. Miguel Ángel Santed y el doctor en medicina Pablo Iglesias, experto en cuidados paliativos. Las jornadas estuvieron moderadas por la doctora en biofísica Nazareth Castellanos.