Una de las preguntas que más ha inquietado siempre a la humanidad ha sido la naturaleza de la mente. Uno de los interrogantes que mejor se impregna del “cómo” concebimos la existencia. Al formular cualquier pregunta ya estamos sesgando la respuesta ya que ésta debe encuadrarse en nuestra cultura, ceñirse a nuestros métodos y verificarse según nuestros supuestos. Y es precisamente en las formas de conocer la mente, comprenderla, y entender su origen donde encontramos grandes diferencias entre Oriente y Occidente.
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