Tras las jornadas de encuentro de Budismo y Ciencia se podría sacar la impresión de que las perspectivas científicas y budistas se están acercando cada vez más. Es necesario que haya un diálogo, que los científicos escuchen a una tradición milenaria que ha sido en términos históricos uno de los mayores estudiosos de la mente. Y por otro lado, la ciencia puede contribuir a dar base o a revisar los postulados budistas, como ha resaltado el Dala Lama en muchos de sus encuentros con científicos.
En la ciencia del estudio de la mente hemos pasado de experimentar a hacer experimentos.
El método científico, tanto en la ciencia moderna como en el budismo, pretende ser una vía honesta para buscar verdades, conocer mejor el mundo que nos rodea y a nosotros mismos. Sin embargo, en la ciencia del estudio de la mente hemos pasado de experimentar a hacer experimentos. Cambiar la perspectiva de la tercera a la primera persona es muy difícil, pues las matemáticas que gobiernan las inferencias científicas están desarrolladas para observar. Sin embargo, cada vez más se está tendiendo a individualizar los modelos de conocimiento y a incorporar en las medidas la experiencia subjetiva del sujeto que se está analizando. La objetividad que pretende la perspectiva de la tercera persona es un marco que debemos tomar con precaución y modestia. La misma estadística que rige las conclusiones científicas es paramétrica, y por tanto dependiente de los parámetros que el observador elige.
Aunque la introspección llega a verdades muy profundas también tiene un conocimiento limitado respecto a lo técnica y a cómo se diseñan los experimentos. En el último siglo, estamos avanzando mucho en el conocimiento del cerebro, principalmente en las técnicas para medirlo y ahí es donde se hace el mayor énfasis. Sin embargo, algunas voces científicas echan de menos que haya teorías más sólidas detrás, ya que cuando le preguntamos a la naturaleza qué está pasando, en la pregunta ya va implícita la respuesta y cómo percibimos a la naturaleza. No por tener más información tenemos más conocimiento, decía Einstein. Aquello que no puede ser demostrado por la ciencia no significa que no exista.
«No por tener más información tenemos más conocimiento»
La interdependencia, algo que tanto aboga el budismo, es un concepto cada vez más presente en las diferentes ramas de la ciencia. En física cuántica se ha demostrado ampliamente y cada vez más en las neurociencias. No hay un mecanismo, neuronal o de cualquier origen corporal, que actúe de forma aislada. No hay un campo electromagnético que no afecte o sea afectado. En la neurociencia cognitiva se ha pasado de una teoría basada en la localización de funciones en el cerebro a un marco de conexiones e interdependencias entre las distintas regiones cerebrales. Esas redes subyacen a los procesos cognitivos, evidenciando una relación entre mente y cuerpo. Pero correlacionar no es causar.
Si nos tuviésemos que quedar con dos frases que resuman las ponencias científicas y budistas de estas jornadas, elegiríamos por un lado la de Ramón y Cajal “Uno puede ser escultor de su propio cerebro” y por la parte budista resaltaríamos el mensaje de Geshe Palden de que «la sabiduría y el discernimiento son los que nos hacen elegir qué semilla, la positiva o la negativa, alimentamos«. Desde ambas perspectivas se resalta, al final, como protagonista, el papel del individuo, la voluntad o conciencia.
Nazareth Castellanos
Los pasados 21 y 22 de marzo del 2015 se celebraron en el centro Thubten Dhargye Ling de Madrid las primeras jornadas de Budismo y Ciencia. En esta ocasión en torno al tema de la memoria.
Asistieron como ponentes los lamas Geshe Tering Palden y Geshe Ngawang Losel, los profesores universitarios de psicología el Dr. Santiago Segovia y el Dr. Miguel Ángel Santed y el doctor en medicina Pablo Iglesias, experto en cuidados paliativos. Las jornadas estuvieron moderadas por la doctora en biofísica Nazareth Castellanos.