Entre las preguntas que desde la antigüedad se ha planteado el ser humano está la supervivencia de la personalidad humana después de la muerte del cuerpo. La idea de la reencarnación no es originaria de occidente, aunque algunos de nuestros pensadores más distinguidos la hayan valorado seriamente. Entre ellos tenemos a Pitágoras, Platón, Plotinio, Hume, Kant, Fichte y Shopenhauer, entre otros. En Oriente más de 600 millones de personas creen que cuando el cuerpo fallece la mente nace de nuevo en otro cuerpo, dependiendo la calidad de esta nueva existencia, su carácter, circunstancias y experiencias de los actos y logros habidos en las vidas anteriores.
Si nos preguntamos cuál puede ser la prueba definitiva de la existencia de la reencarnación la respuesta es la misma que hay para la pregunta de por qué cualquiera de nosotros sabe que ha vivido los días de atrás, o incluso los meses o años anteriores. La respuesta es que recordamos haber vivido en ese tiempo pasado, en un lugar y circunstancias determinados.
«La idea de la reencarnación»
Pero ¿puede decir alguien con la misma seguridad que recuerda haber vivido en la tierra una vida anterior a la actual? Aunque no sean frecuentes estos casos hay algunos. La persona que lo dice suele ser casi siempre un niño, que al cabo de unos años olvida esos recuerdos. Existen una importante cantidad de casos en los que mediante una minuciosa investigación se ha podido comprobar la veracidad de los detalles proporcionados por los niños.
Desde hace varias décadas científicos occidentales vienen investigando con métodos científicos la existencia de la reencarnación. Destaca entre todos ellos la labor del doctor Ian Stevenson y su equipo, en la Universidad de Virginia.