En nuestro día a día automatizamos muchos procesos, sin ser plenamente conscientes de nuestro cuerpo o nuestros pensamientos, hasta que las circunstancias cambian y nos fuerzan a tomar parte consciente activa de nosotros mismos.

Generalmente no son circunstancias positivas, y el proceso de aceptación suele ser largo, complejo, y en muchos casos, duro.

Despertar nuestra atención en nuestro cuerpo y sus procesos, y en nuestra mente y sus pensamientos, nos ayuda a avanzar por la vida mucho más preparados para hacer frente a todo nuestro entorno, y caminar con mayor confianza, tranquilidad y felicidad.

La propuesta de la Medicina Tradicional Tibetana es sencilla, práctica y está al alcance de todos: el masaje tradicional tibetano (Ku-Nye).

Con esta terapia externa trabajamos desde nuestro cuerpo para reforzar nuestros sistemas internos y fomentar desde el interior una salud plena, física y mental.

¿Cómo logramos esos objetivos con esta terapia?

El masaje tradicional tibetano utiliza el aceite como elemento calentador, mientras el terapeuta realiza una serie de movimientos circulares y de presión, generalmente de forma repetida, para:

  • Armonizar la temperatura corporal en todo el cuerpo: La extensión del aceite junto con los movimientos suaves permite una relajación natural de nuestro sistema muscular, y una sensación de tranquilidad interna, que podemos ver con un descenso del consumo de oxigeno en la respiración, y una sensación de relajo global en el cuerpo del paciente.
  • Reforzar el sistema muscular y los órganos internos: En un segundo nivel, los movimientos y presiones van permitiendo la apertura de los poros de la piel, por donde el aceite, y en especial sus proteínas, van siendo absorbidos de forma lenta. Las proteínas pasan al torrente sanguíneo oxigenando nuestra sangre y aumentando su circulación. Esta oxigenación permite que nuestra musculatura se refuerce, y con ello la estructura general del cuerpo. A nivel interno, nuestro hígado comienza a producir nueva sangre que se traslada a todos los órganos y sistemas, produciendo un refuerzo global. Se puede sentir en nuestros pacientes entrando en descanso, casi iniciando un pequeño sueño reparador.
  • Calmar y concentrar la mente: Finalmente, la conexión de cuerpo y mente permite que, con la relajación de nuestro cuerpo, la mente reduzca su dispersión y comience un proceso de retorno sobre nosotros mismos, que se siente en una sensación de menor presión, menor estrés y un aumento de la sensación de calma interna y enfoque.

      El terapeuta utiliza, por tanto, el aceite como medio conector mientras realiza el tratamiento en todo el cuerpo del paciente, en un proceso de algo más de una hora, sin producir dolor y aumentando la sensibilidad en el cuerpo del paciente, despertando sensaciones corporales de mayor presencia. Igualmente, esas sensaciones llevan a un despertar de nuestra conciencia activa que vuelve de nuevo a sentir con plenitud el cuerpo y con ello recupera la sensación de estar/ser uno mismo.

      Los efectos positivos de esta terapia pueden verse casi de forma inmediata, con un paciente más relajado, con menor tensión corporal y una actitud de mayor calma.

      Para el paciente, los principales beneficios se pueden resumir en:

      • Una mayor agudeza de los sentidos
      • Una sensación de cuerpo reforzado pero relajado
      • Una mente más tranquila, un descenso en el nivel de pensamientos y una sensación de quietud interna

      Miles de años de experiencia tras esta sencilla terapia han perfeccionado una técnica que permite un refuerzo global y nos sirve además como medicina preventiva.

      Sergio Iniesta Esteban