¿Habéis estado en el mar? Allí hay muchas clases de animales, de seres, algunos de ellos, con maravillosos colores, formas, etc… Cuando contemplamos el mundo vemos las infinitas formas que lo habitan. Los animales son diferentes a nosotros y, cada uno de nosotros es diferente a los demás, distintas formas de manos, de cuerpos, de dedos…. ¿Os habéis preguntado cómo sucede esto? En el budismo, la respuesta a esta pregunta nos la da la ley del karma.
Funciona así: el cuerpo en el que ahora vivimos durará como mucho 100 años y después morirá. Cuando esto suceda nuestra mente continuará vida tras vida habitando otras formas. Según sean las impresiones (las tendencias) que nuestras acciones anteriores hayan dejado en la mente, así será nuestro próximo cuerpo.
«Cada persona o animal, cada cuerpo – ahora, el nuestro – es el resultado de su karma».
De la misma forma que ahora, a lo largo de nuestra vida laboral, pagamos a la Seguridad Social para que cuando nos jubilemos el Estado nos pase una pensión que nos permita vivir nuestra vejez en buenas condiciones económicas; o, de forma parecida, cuando preparamos unas vacaciones lo hacemos muy cuidadosamente, procurando no olvidar nada, tenerlo todo previsto, pasaporte, visado, dinero, medicinas, equipajes, etc… para que nuestras vacaciones sean felices y no lleguen a convertirse en un infierno. De la misma forma, digo, debemos aprovechar todas las oportunidades que se nos ofrezcan para que nuestra próxima vida sea tranquila y feliz. Si no “hemos pagado a la Seguridad Social” o no hemos tenido cuidado al preparar las cosas importantes – las que nos vayan a hacer falta en “nuestras vacaciones” – nos encontraremos con muchas dificultades y mucho sufrimiento.
Nos parece bien si tenemos que invertir cantidades exageradas de dinero, por ejemplo, para poder poner un negocio que nos permita ganar lo suficiente para vivir; sin embargo, nuestra mente, nuestro cuerpo, la energía que poseemos en esta vida es lo que realmente tiene un valor incalculable. Así que no debemos malgastar todo este caudal. Si vamos a vivir 80 años, o a lo sumo 90, debemos apreciar el valor de cada instante de nuestra vida. Debemos trabajar ahora para llegar a recibir después el producto de nuestro cuidado y “ahorro”.
Es muy importante también que nos aprovisionemos de buenas y afectivas relaciones con amigos y familiares porque nos van a ayudar mucho, tanto para ser felices en esta vida como para implantar impresiones positivas en nuestra mente, que sean de gran beneficio en las próximas vidas. Establecer buenas relaciones con los demás es ir más allá de las apariencias. En este sentido, cada vez que nos enfadamos es como si nos ocultásemos y empezáramos a ser otro; de repente hablamos mal y nuestro aspecto cambia hasta el punto de que es imposible ver nuestra verdadera naturaleza.
Por el contrario, cuando estamos rodeados de amor y amistad somos nosotros mismos. Imaginad, por ejemplo, que estamos con alguien que ha bebido mucho, hasta emborracharse, y se pone violento. Nosotros sabemos que esta persona no es así, que en realidad no es él y, por eso, ni siquiera nos enfadamos, porque comprendemos que este comportamiento es debido al exceso de alcohol. Lo mismo ocurre con nosotros: cuando nos enfadamos es como si bebiéramos y nos emborracháramos; es decir, nos transformamos en alguien que no somos. Así funcionan los engaños. Pensar así puede ser de gran ayuda para el desarrollo de la paciencia.
Para finalizar, quiero deciros que para practicar el Dharma de Buda no es necesario irse solo a una montaña. Ni hacer grandes y complicadas ceremonias o prácticas. Nuestro terreno para practicar está en la vida cotidiana, cuando estamos inmersos en nuestras actividades. Es ahí, beneficiando y dando apoyo a los demás para mitigar su sufrimiento, desarrollando compasión por todos, evitando malas caras y palabras desagradables, donde debemos practicar el Dharma. Esta es la forma de crear karma positivo para las próximas “vacaciones”. Vamos a empezar ahora mismo, poco a poco, sin tener grandes expectativas ni esperar cambios inmediatos.