Buena parte de nuestros desórdenes cotidianos tienen una solución sencilla y al alcance de nuestra mano. Basta con adaptar nuestra alimentación a la constitución de cada uno, y atender y adecuar la misma al tipo de vida que llevamos y al entorno en el que nos movemos.

Desde el punto de vista de la Medicina Tradicional Tibetana (MTT), la energía diaria procede únicamente de la alimentación, y sólo una dieta correcta garantiza que los nutrientes ingeridos produzcan la necesaria energía física, mental y espiritual.

Es precisamente por ello, por lo que el proceso digestivo es de gran relevancia en la MTT, y sobre el que este sistema médico hace especial hincapié. Una alimentación correcta supone un proceso de nutrición correcto de los órganos del cuerpo, que bien suplidos trabajan adecuadamente.

El proceso digestivo

Para poder realizar una buena digestión es necesario que la comida sea la adecuada para la constitución de cada persona, y esté acorde con el clima y el ambiente y tipo de vida en el que vive.

Una buena digestión es consecuencia de realizar un proceso digestivo correcto.

El proceso digestivo, para la MTT, no se limita únicamente a la ingesta del alimento y a las dos horas posteriores de digestión, sino que consta de un periodo de seis días, tiempo en el que el alimento ingerido se disgrega en diferentes nutrientes y residuos, hasta su aprovechamiento máximo. Se podría resumir en el siguiente esquema: es el proceso que va desde la ingestión del alimento, hasta la generación de la partícula vital, responsable de la salud, longevidad y bienestar.

Para poder entender bien la importancia de la alimentación, atendamos en detalle al funcionamiento del proceso digestivo. En él intervienen los tres humores o energías principales, a saber, viento, bilis y flema, cada uno con una función específica. El viento es el encargado de separar el nutriente del subproducto y de transportar los constituyentes en las distintas fases del proceso. La bilis es la encargada de madurar los componentes y la responsable máxima de generar el calor digestivo y corporal. Finalmente la flema tiene como  función deshacer la mezcla ingerida y contribuir a la primera segregación.

Tres humores o energías principales: viento, bilis y flema.

Cuando ingerimos la comida, el viento la retiene en el estómago, donde comienza la digestión, y evita que salga del mismo hasta que el proceso necesario ha tenido lugar. En el estómago la flema comienza la descomposición de la materia ingerida, que se digiere parcialmente. Tras esa primera fase, el viento lleva ese producto al intestino delgado, donde la bilis madura el producto y realiza la primera segregación de nutriente y desecho. El nutriente pasa a través de los canales al hígado, mientras que el residuo líquido se traslada a través de canales hasta los riñones, donde se produce la orina, y de allí va a la vejiga, donde se acumula. El residuo sólido pasa al intestino grueso y de allí, al recto, donde aguarda su expulsión.

En el hígado, se activa nuevamente otra segregación y el nutriente se transforma en sangre.

Y el nutriente de la sangre se transforma en el músculo, mientras que el residuo se va a la vesícula biliar.

El nutriente del músculo se transforma en grasa, mientras que el residuo se transforma en cera (oídos) y sebo (piel).

Después el nutriente de la grasa se transforma en hueso, mientras que el residuo se transforma en sudor y el aceite corporal que flexibiliza la piel.

El nutriente del hueso se transforma en médula, cerebro y cartílago; y su residuo, en los dientes, uñas y pelo.

El nutriente de la médula se transforma en las sustancias regenerativas, y el residuo, en la capa protectora de los intestinos.

Y por último, el nutriente de la sustancia regenerativa se transforma en las partículas vitales que pasan de las gónadas al canal de vida en el corazón. Su residuo son el semen y el óvulo.

Esta sustancia o partícula vital, que reside en el canal de vida, es la sustancia que produce el lustre, la vitalidad, la salud, la longevidad. Aunque se localiza en el canal tras el corazón, se mueve por todo el cuerpo y nos permite experimentar la felicidad y el bienestar físico.

Sergio Iniesta Esteban