Muy Venerable Lama Geshe Tsering Palden

Según el Tantra, la perfección no es algo que nos espera en alguna parte del futuro, el paraíso es “ahora” pero en este momento estamos cargados de conceptos limitados: “los hombres son así; las mujeres son así, yo soy de esta forma y no hay nada que pueda hacer al respecto, etc.” Por eso tenemos conflictos con nosotros mismos y con los demás. Todos estos conflictos se disolverán conforme nos adiestremos en la meditación tántrica y reconozcamos que todos, hombres y mujeres, somos seres completos. Aún más, todos los hombres y mujeres tienen tanto energía masculina como femenina. De hecho, cada uno de nosotros es la unión de TODA la energía del universo. Todo lo que necesitamos para ser completos está dentro de nosotros en este instante. Se trata sólo de reconocerlo. Ese es el punto de vista tántrico.

La Meditación TántricaEn general, podemos decir que las numerosas prácticas tántricas tienen que ver con el principio de la transformación. Como ha demostrado la ciencia moderna, el universo físico con su amplia variedad de fenómenos, desde la más diminuta partícula subatómica hasta la galaxia más grande, están en un estado de continua transformación. Nuestro cuerpo y mente son también energía en transformación constante, y el que estemos sanos o enfermos, equilibrados mentalmente o dementes depende de que nuestras energías mentales y físicas estén o no en armonía. Mediante una práctica correcta de meditación tántrica, TODAS nuestras energías, incluyendo las sutiles, que no por ello son menos poderosas y que nos pasan normalmente inadvertidas, son aprovechadas para conseguir la mayor de las transformaciones. Esto es, nuestra evolución desde una persona ordinaria, limitada, pequeña, engañada y atrapada dentro de la concha del mezquino ego, hasta convertirse en un ser totalmente evolucionado y consciente con compasión y sabiduría ilimitadas.

¿Cómo podemos conseguir esta extraordinaria transformación? ¿Dónde podemos encontrar los recursos necesarios para este cambio profundo? No tenemos que buscar lejos, la energía requerida para esa transformación profunda está en nosotros mismos, es la energía de nuestros propios deseos.

Desde que nos despertamos hasta que nos dormimos por la noche, e incluso en nuestros sueños, estamos impulsados por el deseo. Cada uno de nuestros sentidos está sediento de su deseo particular: el oído de escuchar sonidos que le agraden, el gusto de degustar sabores de uno y otro tipo, el olfato de los olores, la vista de percibir formas que le sean hermosas, el tacto de siempre ansioso de contacto de un tipo u otro. Ese enorme deseo de estimulación de los sentidos está tan fuertemente arraigado en nosotros que si nos aislamos de visiones, sonidos, olores y demás llegamos a tener alucinaciones.

Nuestros deseos no se limitan solamente a los sentidos. Nuestra mente corre tras las ideas de la misma manera que los sentidos tras sus estímulos. El deseo impregna toda experiencia, de tal forma que podemos dudar que hagamos algo sin estar motivados por él.

Detrás de todos nuestros deseos está el deseo de ser feliz. En este sentido, todos los seres somos iguales, ya que todos queremos la felicidad, aunque la definamos de formas diferentes, y ninguno de nosotros desea ni el más mínimo sufrimiento o decepción. De esta manera podemos decir que, todas nuestras acciones están motivadas bien por el deseo de experimentar placer, o bien por el de evitar experimentar lo desagradable.

Lo que la meditación tántrica nos enseña es cómo liberarnos de todos los condicionamientos que limitan nuestra comprensión de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser. Si nos acercamos a estas poderosas enseñanzas con una inteligencia clara y una fuerte determinación de extraer su esencia, podremos traer definitivamente a nuestra vida la plenitud y la satisfacción interior que todos deseamos.