El altar budista significa “ofrenda”. El termino tibetano para altar es “cho-sam”, que traducido literalmente significa “presentación de ofrendas”. La noción de ofrenda ocupa un lugar muy importante en la tradición budista, pues es nuestra capacidad de ofrecer lo que nos permite acumular en nuestra conciencia el mérito o “sonam” necesario en nuestro camino hacia el Despertar de la Conciencia.
En primer lugar, cabe señalar que el altar budista no tiene nada que ver con el altar cristiano: no es un lugar para rezar y hacer peticiones. El altar representa nuestra verdadera naturaleza. Hacer el mantenimiento del altar correctamente es, en sí, una práctica budista.
El altar tiene dos funciones básicas: por un lado, hacemos sagrado el lugar de meditación y por otro representamos la presencia de las Tres Joyas, el Buda, el Dharma y la Sangha; pero, además, el altar es el soporte de las ofrendas del practicante que, por este medio, realiza las dos acumulaciones, la del mérito y la de sabiduría.
Así pues, en el altar están representados el cuerpo, la palabra y la mente de Buda.
El cuerpo de Buda se halla representado en el centro del altar por una estatua del Buda histórico Shakyamuni que forma con sus manos el gesto simbólico (mudra) de tocar la tierra como testimonio de su Despertar. Normalmente esta estatua se consagra antes de colocarla en el altar.
La palabra de Buda se representa por medio de un libro sagrado o un libro de dharma o algún Sutra. La mente de Buda se representa al colocar una pequeña estupa.
Estas representaciones de cuerpo, palabra y mente de Buda se pueden entender como los tres cuerpos de Buda, los tres kayas: Nirmanakaya o cuerpo de emanación; Sambogakaya o cuerpo de gozo; y Dharmakaya o cuerpo de vacuidad.
Detrás del Buda Shakyamuni colocamos una bonita tela, preferiblemente amarilla. Esta estatua será la figura más elevada de nuestro altar. A su derecha e izquierda podemos colocar tankas o fotografías de otras deidades (que, en el caso del altar tibetano, suelen ser de Chenrezig y Tara Verde), pero siempre más debajo de la figura de Shakyamuni. A los pies del mismo podemos colocar estatuillas y las fotografías de nuestros maestros.
Por último, colocaremos los boles de ofrendas como se explica a continuación. Estas ofrendas tienen su origen en una tradición de la India donde estas ofrendas daban la bienvenida a los huéspedes. Son un total de siete boles más la ofrenda de luz lo que hace un total de ocho boles: Agua para beber o Argham; Agua para lavarse o Padyam; Flores o Pushpe; Incienso o Dupe; Luz o Aloke; Comida o Guende; Perfume o Niude y música o Shabta. Al hacerse estos ofrecimientos han de hacerse con la motivación correcta, pues más importante que la calidad material es la motivación lo que da valor a la ofrenda.
Básicamente, hay dos formas de hacer las ofrendas de los boles: pueden ser todos de agua, en cuyo caso las ofrendas en si se visualizan; o bien pueden combinarse boles de agua y otros de arroz con la ofrenda correspondiente (boles 3,4,5,7 y 8). Podemos imaginar el arroz de los boles como si fueran joyas. Los boles deben de estar en línea recta y separados uno del otro por el tamaño de un grano de arroz. Al colocar los boles en línea recta simbolizamos el camino directo hacia la iluminación; la distancia de un grano de arroz – entre cada cuenco y también entre la superficie del agua y el borde del recipiente – representa lo cerca que podemos estar del Despertar. Es importante que los boles no se toquen y que tampoco estén demasiado separados.
Por la mañana se disponen de izquierda a derecha y por la noche se recogen de derecha a izquierda. El agua será, preferiblemente, azafranada (si se deja por la noche la jarra de agua destinada a tal fin con unas hebras de azafrán, por la mañana estará el agua teñida y dispuesta). Se llena primero el primer bol y con el rellenamos los boles restantes, y luego procedemos a rellenar los boles con el agua restante en la jarra. La jarra siempre se sujeta con las dos manos. Al hacer estas ofrendas visualizamos, a su vez, que entregamos todo lo placentero y hermoso a los budas. Así, por ejemplo, al llenar el primer cuenco se puede visualizar que ofrecemos todos los ríos, todos los mares y todas las aguas del universo. Al ofrecer las flores y el incienso, ofrecemos todas las flores y los aromas del mundo. Al ofrecer la vela, ofrecemos la luz del sol, de la luna, de las estrellas (una buena idea para generar méritos es ofrecerles mentalmente cada vez que encendamos cualquier luz, cuando entras en la habitación y pulsas el interruptor “Om Ah Hum”; cuando enciendes un fuego en la cocina “Om Ah Hum”, etc). Todos los manjares sabrosos de todos los universos y músicas melodiosas del mundo.
El agua hay que ponerla cada mañana y retirarla por la noche. El agua que se retira puede usarse para regar… pero nunca tirarla por el inodoro. La ofrenda de flores puede ser de flor natural o artificial. La ofrenda del incienso se realiza con dos palitos de incienso cruzados. Respecto a las ofrendas de comer no debe ofrecerse cualquier cosa. Es indicado poner fruta, distintas galletas colocadas con cuidado, bombones, etc. Una vez retirada la comida no debe tirarse o despreciarse. La luz estará encendida siempre (se puede poner una vela eléctrica). El arroz se renueva una vez al mes. En el Altar también se pone la campana y el dorje.
Para finalizar hacemos una purificación o consagración de las ofrendas rociando con una ramita o incienso con agua azafranada y recitando Om Ah Hum tres veces. Se inciensa todo el Altar, después rendiremos homenaje a todos los budas a los que haremos ofrendas postrándonos tres veces.
Se recita el mantra de Vajrasattva al rellenar los boles. OM VAJRASATTVA SAMAYA MANU PALAYA VAJRASATTVA TENOPA TISHTA DRIDHO ME BAWA SUTO KAYO ME BAWA SUPO KAYO ME BAWA ANURAKTO ME BAWA SARWA SIDDHI ME PRAYATSA SARVA KARMA SUTSA ME TSIT TAM SHRIYAM KURU HUNG HA HA HA HA HO BHAGAVAN SARWA TATHAGATA VAJRA MAME MUTSA VAJRA BAWA MAHA SAMAYA SATTVA AH HUNG PHE.
Por la noche se retiran los boles de agua. Se dan tres vueltas a la derecha y tres a la izquierda en cada bol de gua; las primeras son para secarlos y las últimas para generar méritos. Tres círculos hacia la izquierda para purificar y tres veces hacia la derecha para generar méritos. Se dejan los boles boca abajo. Para apagar la ofrenda de luz se usa un apagavelas…nunca apagar la luz soplando.
Es muy importante que el lugar del altar esté siempre muy limpio. Se busca una habitación tranquila para el mismo; pero si tiene que estar en nuestra habitación pondremos cuidado de no orientar los pies hacia el altar. El lugar donde disponemos el altar ha de estar en alto, más alto que la altura de nuestra cabeza cuando estamos sentados. Usaremos un trapo solo para limpiar los boles, y una jarra destinada solo para las ofrendas. Se secan con un trapo limpio y se dejan boca abajo. Se debe prender una varilla de incienso y dar con ella tres vueltas alrededor de cada cuenco. Entonces ya puede dejarse en su sitio y listo para la mañana siguiente. Al retirar las ofrendas por la noche también se recita el Om Ah Hum y se dejan boca abajo.
También hay que destacar que se adquieren seis perfecciones al hacer ofrecimientos al altar:
- La generosidad, por hacer la ofrenda en sí.
- La paciencia de realizar la ceremonia de cuidar del altar.
- La moralidad, ya que los objetos no pueden ser robados, ni prestados, ni obtenidos a cambio de halagos.
- La concentración, al hacer visualizaciones, observar la distancia de un grano de arroz y recitar mantras.
- La perseverancia por hacer ofrendas todos los días.
- La sabiduría de tener la motivación adecuada y de recordar nuestra bodichita.
En definitiva, tener un altar supone un compromiso de mantenimiento y el compromiso significa una semilla kármica: el simple hecho de tener un altar, cuidarlo, comprometerse a hacer las prácticas básicas relacionadas con él significa generar karma negativo si uno no cumple con esa tarea, pero también acumular méritos si se comprende su significado y se actúa con propiedad.
Si al principio del camino espiritual puede parecer complejo o artificial realizar estas prácticas de ofrendas, en el futuro, y en la medida en que se comprenda su significado profundo, se volverán, en realidad, en el soporte de la práctica. Entonces es cuando adquiere sentido llenar los cuencos por la mañana y hacer los ofrecimientos externos, internos y secretos y dedicarlos al despertar. Es un medio de acumular mucho karma positivo. Lo más importante es, siempre, nuestra actitud interior.