Muy Ven. Lama Geshe Tsering Palden
Todas las religiones tienen como objetivo común el logro de la paz, la felicidad y la armonía. Centrándonos en el budismo, uno de los principales métodos que utiliza para tal fin es la meditación.
Ahora mismo nuestra mente vaga fuera de control, de un pensamiento a otro. Hay que hacer esto, comprar aquello, tengo este problema en mi trabajo, etc… De esta manera siempre estamos distraídos. La mente, en estas condiciones, se asemeja a un río con muchos pequeños afluentes por los que el agua corre sin fuerza. Para que todo este caudal adquiera fuerza y energía es necesario que todos esos riachuelos converjan; cuando eso ocurre, el agua es capaz de arrastrar cualquier obstáculo que se interpone en su cauce.
Sentándonos a meditar con constancia podemos, poco a poco, aprender a enfocar nuestra mente en un solo punto – de la misma forma que el agua -, dotándola así de una gran fuerza y poder. Pero, antes de empezar a meditar, hay que partir de tres puntos: haber escuchado las enseñanzas del maestro; haber establecido una motivación correcta; y pensar de una forma positiva.
Una vez que el maestro nos ha dado los conocimientos necesarios y los hemos estudiado, establecemos muy bien la motivación. Contemplamos nuestro sufrimiento, cómo siempre hemos vivido con problemas, no sólo en el pasado más reciente, sino en todas nuestras anteriores vidas y cómo, si no le damos solución, continuaremos así en las futuras. De esta reflexión surge la determinación de poner fin a este estado de cosas para evitar tanta insatisfacción, tantos problemas. Con el deseo y la confianza de obtener la felicidad para esta vida y para las vidas futuras, empezamos a meditar.
El tercer punto es pensar de forma positiva. Todo lo que somos en esta vida, todo lo que pasa por nuestra mente es resultado de nuestras vidas anteriores. En estos momentos tenemos en nuestra mente semillas generadas por acciones negativas que hemos realizado en vidas anteriores – indudablemente también hemos hecho acciones positivas a lo largo de nuestras vidas, por eso ahora tenemos también pensamientos positivos – así que, cuando meditemos y cuando no, en todas las actividades de nuestra vida, debemos controlar la aparición de estos pensamientos negativos e incrementar los positivos, para que éstos se depositen en nuestra mente y dejen semillas para el futuro.
No debéis olvidar que todo lo que hay en nuestra mente es fruto de acciones que nosotros mismos hemos llevado a cabo en otras vidas y que este hábito ha hecho que nuestra tendencia sea la de hacer más cosas negativas que positivas. Gracias a la familiarización, poco a poco, irán creciendo más los pensamientos positivos y ocupando el lugar de los negativos.
En el momento en que tengáis un poco de tiempo libre o la posibilidad de dar un pequeño paseo cuando os sintáis muy agobiados en vuestro trabajo. Observad la mente y tomad conciencia de cuántas cosas positivas y negativas están surgiendo en ese mismo instante. Podemos aprovechar cualquier momento de nuestra vida – trabajando, viajando o descansando – para hacer este balance. Estos ejercicios cotidianos nos ayudarán a controlar mejor nuestra mente. Cuando la atendemos así podemos ver que, básicamente, en nuestra mente aparecen tres emociones negativas: deseo, ira e ignorancia. Gracias a la meditación, llegamos a conocer estas tres emociones y aprendemos a manejarlas. En realidad, la presencia de estas tres emociones en nuestra mente significa que sólo estamos empezando, que sabemos muy poco y que aún no controlamos nuestra vida.