En el pasado, la tierra cultivable era la mayor necesidad de la gente en este mundo. El hombre no tenía que pensar sobre las cosas animadas. Sin embargo, los efectos adversos sobre los bosques a causa de la sobrepoblación y el desarrollo de varios elementos químicos nos han conducido ahora a lluvias irregulares y al calentamiento global. Este calentamiento global ha traído cambios en el clima, haciendo incluso que la eterna nieve de las montañas se derrita, afectando de este modo no solo a los seres humanos, sino también a otras especies vivas.
El mundo está tomándose muy en serio esta peligrosa situación. En el pasado, las perennes montañas nevadas del Tíbet tenían una nieve muy gruesa. La gente mayor dice que estas montañas estaban cubiertas por nieve espesa cuando eran jóvenes y que las nieves se están volviendo ahora cada vez más escasas, lo cual puede ser un indicio del fin del mundo. Es un hecho que el cambio climático es un proceso lento que lleva miles de años fraguándose hasta llegar a su culminación. Por consiguiente, los seres vivos y la vegetación en este planeta también experimentan cambios. Las estructuras físicas de la humanidad, de igual modo, cambian de generación en generación junto con el cambio en las condiciones climáticas.
A causa del crecimiento de la población, un gran número de árboles son talados para obtener combustible o para recuperar el terreno para el cultivo agrícola. También en el caso del Tíbet, los chinos han destruido ahora sus árboles antiguos como si le hubieran afeitado la cabeza a un viejo. Esto no es solo una destrucción de los árboles, sino que también significa dañar lo que pertenece a los tibetanos. De manera similar, el continuo declive de los bosques en muchas partes del mundo, incluyendo América, está afectando negativamente al ya cambiante clima global, alterando así las vidas de la humanidad y de todos los seres vivos.
Igualmente, el efecto dañino sobre la atmósfera que causan las emisiones químicas en países industrializados es una señal muy peligrosa. Aunque esto es algo nuevo para nosotros los tibetanos, el mundo está prestando mucha atención a la lucha contra la contaminación. Es nuestra responsabilidad, nosotros que hablamos del bienestar de todos los seres sintientes, contribuir a ello.
Puesto que yo también tengo responsabilidad en este asunto (esto es, trabajar para la protección del medioambiente y ver cómo las generaciones presentes y futuras de la humanidad pueden hacer uso de la sombra refrescante y de los frutos de los árboles), he comprado estas semillas de árboles frutales con parte del dinero del Premio Nobel de la Paz para que sean distribuidas ahora entre las personas que representan diferentes regiones (todas las regiones del mundo están representadas aquí) durante este encuentro de Kalachakra. Estas semillas han estado guardadas junto al mandala de Kalachakra para su purificación y bendición. Ya que van incluidas semillas de albaricoque, nueces, papaya, guayaba, etc., adecuadas para ser plantadas bajo diferentes condiciones geográficas, por favor consultad a expertos de los respectivos lugares sobre su plantación y cuidado y, así, todos deberíais ver cómo mi sincera aspiración se hace realidad.
Este discurso fue pronunciado durante la Iniciación Kalachakra en Sarnath, India, el 29 de diciembre de 1990, cuando Su Santidad distribuyó semillas de árboles frutales para apoyar la protección medioambiental a través de la plantación.
Traducido del Inglés por Elisa Pérez Ochoa