Todos nosotros deseamos la felicidad y rechazamos el sufrimiento, y no sólo nosotros, seres humanos, sino también los animales y otros seres sintientes. Todos tenemos el deseo innato de bienestar y de vivir en paz y armonía. No hay que enseñarlo en las escuelas, forma parte de nosotros. Sin embargo, a pesar de nuestros deseos, los que hemos nacido en Samsara,(1) venimos a esta existencia determinados por el resultado de un karma que previamente hemos creado y que nos convierte en seres carentes de libertad para elegir. En este sentido, es indudable que muchos de nosotros hubiéramos deseado nacer en una familia rica o con una apariencia física distinta de la que tenemos; pero no ha sido posible y no hemos podido hacer nada al respecto. Este mismo cuerpo que tenemos es de la naturaleza del sufrimiento y conlleva enfermedad, vejez y muerte; es decir, sufrimiento que no deseamos, que no hemos elegido, y con el que, inevitablemente, nos vamos a encontrar.

Es verdad que en samsara, en la existencia condicionada, a veces parece posible conseguir todo aquello que anhelamos: dinero, familia, casas, coches, etc… y hasta gozar de una cierta felicidad. Pongamos un ejemplo: quizá, ahora mismo, alguien se siente feliz por algún acontecimiento o circunstancia externa – un coche nuevo, la casa soñada, un hijo, etc…­ –  Ahora pensemos: si los acontecimientos o condiciones que han provocado este momento feliz cambian, ¿cambiará también el estado de ánimo, el humor de esta persona?. Podemos estar seguros de que así será.

sufrimientoAún teniéndolo todo, ¿porqué no somos capaces de borrar esa constante inquietud o sufrimiento interno que impide que nos sintamos plenamente satisfechos?. Quizás, porque estamos acostumbrados a buscar fuera de nosotros, en forma de posesiones, casas, familia, afectos, etc… lo que está dentro de nosotros mismos. Es decir, nuestra felicidad. Y, en realidad, la felicidad no depende de causas externas, sino de nuestra mente. Es la mente la que produce la felicidad y el sufrimiento que sentimos a lo largo de nuestra vida y es la mente la que decide si en el futuro, dependiendo de nuestros pensamientos, vamos a experimentar felicidad o sufrimiento. Nuestra paz es producto de la felicidad mental, y ésta siempre vendrá de nuestro interior. La felicidad mental no depende de objetos materiales, sino de nuestra actitud, de nuestra forma de pensar y de nuestro adiestramiento mental.

«la ignorancia,  el odio y el orgullo son los causantes de todos nuestros problemas»

De la misma forma que una persona encarcelada carece de libertad, y en definitiva, de la posibilidad de elección, nosotros también nos vemos imposibilitados para escoger aquello que queremos o no queremos experimentar. Esta falta de libertad delimita y configura la vida en esta existencia condicionada; por eso, nosotros, como el preso, deseamos salir del sufrimiento. En este sentido, ahora, como seres humanos, disfrutamos del estado más favorable si lo que queremos es liberarnos del sufrimiento porque podemos experimentar la felicidad y el sufrimiento suficientes como para suscitar en nosotros el deseo de liberación.

Para ello, debemos emprender el camino del nirvana, el camino de salida del sufrimiento. De igual modo que, cuando alguien enferma, se busca la causa que produce esa enfermedad con el fin de lograr un tratamiento que pueda sanarle, nosotros empezamos a recorrer el sendero buscando las causas de tanta insatisfacción. Y al rastrear el origen, la fuente, hallamos que la ignorancia,  el odio y el orgullo son los causantes de todos nuestros problemas. Es fácil comprender a continuación que, eliminando estos tres venenos de nuestra mente, limpiamos el camino de obstáculos y nos es más fácil llegar al final, al estado de liberación de todos los sufrimientos: al Nirvana.

Muy Ven. Lama Geshe Tsering Palden

(1)Samsara.- Estados de existencia sucesivos, condicionados por la ignorancia y el karma subsiguiente, donde reinan el sufrimiento y la frustración en grados más o menos agudos.