En el artículo anterior, «Amuletos Budistas -Protección y Bendición», vimos cómo los amuletos tuvieron una gran difusión en el Tíbet y eran fundamentalmente realizados como ahuyentadores de diferentes males que pueden suponer obstáculos en la vida de los seres humanos.

Un tesoro de tal importancia tenia que ser protegido y guardado en un lugar digno y seguro, que además pudiera ser transportado y llevado siempre junto a la persona. Es por esta razón que los artesanos tibetanos crearon unos pequeños “cofrecillos”, que pudieran ser el escondite perfecto para tal propósito. En Tibetano se llaman Ga’u.

Cofres Ga´uEstos cofres especiales podían ser de metal o de madera cuyas dos partes se hallan unidas por bisagras anulares sostenidas, a su vez, por una cañita a través de la cual se hace pasar un cordón que sirve para colgarse el cofre al cuello.

Los tibetanos fueron en sus orígenes un pueblo nómada y como toda comunidad trashumante llevaban consigo sus pertenencias. Las joyas han sido siempre un signo de riqueza personal para todos los pueblos y los objetos de valor que poseían los llevaban puestos.

 

 

Cofres Ga´u

Estos objetos fueron embelleciéndose utilizando para ello incrustaciones de piedras semipreciosas como la turquesa, el ámbar, jade, lapislázuli o de coral rojo ; y se convirtieron en joyas que las mujeres utilizaban como collares y podían lucir en días señalados como una ceremonia religiosa o en el día de su boda.

 

Cofres Ga´u

 

Cofres Ga´u  Cofres Ga´u 

Pero las alhajas no estaban al alcance de todos los bolsillos, solamente las familias nobles y adineradas podían permitírselo. Por ello se realizaban pequeñas cápsulas que llevaban en su interior enrollados los amuletos protectores. También, para los devotos más humildes, se forraban simplemente con un trozo de tela y se ataban con un cordón de seda colgado del cuello.

Cofres Ga´u                

 

 

 

 

 

 

Cofres Ga´u

Por otra parte, los comerciantes que realizaban peligrosas rutas, os peregrinos que iniciaba un viaje a tierras sagradas y los monjes ambulantes que quería llevar consigo la protección de una deidad, los artesanos tibetanos al servicio de los devotos budistas, realizaron para ellos otro tipo de cajas para albergar la imagen venerada. Podría tratarse de una pequeña estatua de bronce o cerámica, también de una pintura incluso de una reliquia lo que quisiera transportar; y el resultado fueron unas pequeñas obras de arte donde los orfebres pusieron todos sus conocimientos en práctica para estas creaciones.

Cofres Ga´u

Casi todas las piezas llevan grabadas combinaciones de signos mágicos, mantras y símbolos auspiciosos y muy raras veces dibujos figurativos. Por una pequeña ventanita cubierta por cristal de roca o simple vidrio se dejar ver la imagen de la deidad realizada en metal o cerámica. Otras veces lleva una pintura por que la persona portadora del amuleto tiene una especial devoción. Se llevaban colgadas del hombro y caen cruzadas hasta la cintura o también atadas como un cinturón.

Las de pequeño y mediano formato suelen ir encajadas en un estuche de tela acolchada que lo protege de golpes o rozaduras.

 

Cofres Ga´u

Entre las piezas mas finas hay algunas que escapan al simple dominio de lo artesanal, pues bien podrían haberse realizado por los famosos orfebres europeos del siglo XVIII. En las piezas mas valiosas se utilizaba el oro o la plata y adornados con piedras preciosas.

 

En esta podemos ver los dos peces que simbolizan la felicidad o de la bienaventuranza, la flor de loto, símbolo de pureza de la vida espiritual, la concha que es el sonido de las enseñanzas de Buda, el estandarte que representa el monte cósmico Mero, el nudo sin fin símbolo de los renacimientos infinitos y nudo amoroso con otros seres, la vasija de agua y el parasol. Todos ellos son los emblemas de la buena suerte (símbolos auspiciosos). Toda esta ornamentación oculta un complejo sistema filosófico budista interpretable a partir de estos símbolos a los que cada cual puede asignar poderes especiales.

 

Sea cual sea la utilidad, estas pequeñas joyas es innegable que son un deleite para los sentidos y de una belleza sagrada.

Manuela Echaniz Rodriguez