Desarrollo sostenible

En 1987 la Comisión Mundial sobre Medioambiente y Desarrollo, publicó el llamado Informe Brundtland, en el que se define por primera el desarrollo sostenible como “el desarrollo que favorece la satisfacción de las necesidades presentes, sin poner en peligro las capacidades de las generaciones futuras.”

En la actualidad la polarización se está generalizando en todos los ámbitos sociopolíticos. Las personas se identifican con ideologías bien de izquierdas, progresistas, o bien comulgan con postulados conservadores, de derechas. Ambas posturas, lejos de buscar algún punto en común y compartir argumentos que harían crecer a ambas partes y fomentar una vida social más armoniosa, se enfrentan percibiéndose, los unos a los otros, como enemigos.

En el área ambiental encontramos la misma problemática. Por un lado, se encuentran los partidarios del cambio radical de los modelos productivos. Aquellos que desean que el sistema capitalista globalizado desaparezca en favor de la salud ambiental, la disminución de la contaminación, y el fin de la esquilmación de los recursos naturales. Por otro lado, están aquellos defensores del sistema, que ven necesario el crecimiento económico como sostenedor de la calidad de vida de la población.

Debido a la generalización del ambiente de crispación en el que vivimos inmersos, ambos bandos ven al contrario como “el enemigo” y se enfrentan los unos a los otros sin que exista la posibilidad de un dialogo entre las dos corrientes de pensamiento. Dialogo que aportaría lo mejor de cada uno y facilitaría la resolución del grave problema social ambiental al que se enfrenta la humanidad.

Cierto es que el crecimiento económico provoca la sobreexplotación de los recursos naturales como los pesqueros, los agrícolas, los mineros, además de generar continuos problemas en los acuíferos entre otros muchos, generando graves problemas ambientales. Pero no es menos cierto que uno de los grandes problemas a los que se enfrenta esta sociedad es la pobreza que sufre gran parte de la población mundial. Eliminar la pobreza es fundamental si queremos alcanzar la meta del desarrollo sostenible, y no podremos erradicarla si no logramos un crecimiento económico sostenible.

Tampoco la economía podría crecer si agota los recursos con los que se nutre, (minerales, combustibles fósiles, recursos alimentarios); tampoco podría hacerlo si las personas que la sostienen, los consumidores, viven en entornos insalubres: sin agua potable, sin aire limpio. Elementos del medio ambiente que garantizan su salud.

Es por esto por lo que la humanidad necesita que se produzca un crecimiento económico, igual que necesita de un medioambiente sano.

Esto podría verse como una paradoja, pero su solución es sencilla: El cambio de paradigma en los modelos de producción y de consumo, que posibilite el nacimiento del crecimiento económico sostenible, respetuoso con el medioambiente.

El cambio debe producirse en todos los ámbitos:

Las familias deberán introducir nuevos hábitos de consumo; más respetuosos, evitando los productos de usar y tirar, actitud que debería desaparecer y ser sustituida por una economía circular, en la que la reutilización y el reciclado sean la filosofía imperante.

Las empresas han de modificar sus líneas de producción por otras más eficientes y respetuosas con el medio ambiente, lo cual también reducirá sus costes de producción al disminuir la cantidad de recursos necesarios. Deberán, además, proporcionar productos duraderos a los consumidores, productos en los que la calidad y la durabilidad sean la característica fundamental.

La obsolescencia programada: Cultura empresarial obscena que debería desaparecer. Una práctica fraudulenta, permitida por los estamentos públicos. Práctica generadora de unos modelos de consumo que son el germen de la degradación social y ambiental en la que vivimos.

Es con el esfuerzo de todos que el cambio podrá ser posible.

Lo que les contamos en este artículo no es algo nuevo. Los países se han estado comprometiendo a este cambio con la firma de numerosos tratados internacionales en el pasado (Cumbre de Rio, Protocolo de Kioto, Compromisos del Milenio, Agenda 2030, etc.).

Los ciudadanos debemos pedir a nuestros representantes que cumplan con el compromiso que asumieron. Si lo hacemos quizás estemos a tiempo de evitar el colapso de una sociedad que se devora a sí misma.

Mariano Brito