Las piedras Mani son una tradición que proviene de la cultura del budismo tibetano y son aquellas en las que se pinta o se talla el mantra budista de la compasión : Om Mani Padme Hum, que está dedicado a Avalokiteshvara (Chenrezig). Lo importante del mantra no es lo que significa conceptualmente, sino la vibración de su sonido disolviendo los oscurecimientos del alma y activando lo luminoso de la mente. La deidad de Chenrezig simboliza la energía opuesta a la ira y el egoísmo siendo en esencia Amor y Compasión. Se dice que tan solo por el hecho de ver el mantra una vez en la vida se acumula una gran cantidad de karma positivo, y que al tocarlo en la piedra el efecto aún es mucho mayor.

La forma de utilizar estas piedras es diversa, y pueden encontrarse formando muros, dispersas a lo largo de un río o camino y en ocasiones es una única gran roca que se esculpe o se pinta.

Al igual que las banderas de oración, estas piedras se suelen encontrar cerca de los templos, pero muchas veces pueden verse a varios kilómetros de ellos en caminos de peregrinación. En esta foto podemos ver el que conduce a Dharamsala.

Cuando las piedras Mani se acumulan entorno a un monasterio suelen disponerse en estructuras más cuidadas. Pueden tener varias alturas donde se van colocando las filas de roca inscritas, de forma que sean visibles.

 

Las piedras de superficies pulidas son las elegidas para una mayor facilidad a la hora de ser pintadas.

Las letras de las rocas están escritas en sánscrito, y cada sílaba suele ser de un color diferente, por este orden: blanco, verde, amarillo, azul claro, rojo y azul oscuro.

 

Tallar o pintar las piedras con mantras se considera una forma de meditación y la producción artesanal de estas piedras se concibe como un proceso artístico intencionado o como un acto de devoción, aunque también se realiza para acumular méritos. Es un arte sagrado al aire libre ya que están realizadas para permanecer en la naturaleza, fuera del interior de los templos y para ser vistas por los caminantes y peregrinos o por los viajeros curiosos que ignoran su significado. En cualquier caso es un contacto visual con un mensaje sagrado que permanecerá en nuestra mente recordándonos la compasión por todos los seres.

Se encuentran en lugares de culto y a veces decorados con banderas de oración.

Los Monjes aprenden las técnicas y luego enseñan a los pobladores locales para que todos puedan contribuir añadiendo piedras a los montículos para que crezcan con el paso del tiempo cada vez más.

 

 

Piedras Mani, o piedras de la joya, como se denominan, salpican el paisaje de Tibet, Nepal y en algunos lugares de la India.

 

Otra forma curiosa de apilar las piedras es en forma de pirámide. Otras se sitúan al lado de aldeas, a lo largo de los caminos y sobre largas paredes.

 

 

 

 

El mantra también toma forma de flor de loto, donde se dibuja en cada uno de sus seis pétalos una de las sílabas sagradas.

También se acumulan en forma de montículos o cairns, sobre todo en las cumbres de los puertos de montaña. Para hacer esos montones los practicantes de forma espontánea colocan una piedra mani cerca de algún lugar sagrado, como una estupa, una montaña, un monasterio, un lago…etc.

Pasa tiempo y alguien ve la piedra mani al borde del camino la sitúa encima de otra piedra más grande porque no pueden estar en el suelo al llevar el mantra, y espontáneamente, viene otra persona y pone otra piedra mani y de esta forma poco a poco se van apilando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la creación artística de las piedras se pueden realizar combinaciones de colores variando el tamaño de las sílabas del mantra, aunque siempre respetando el color asignado a cada sílaba del Mantra, como podemos ver en esta fotografía.
No es necesario tener conocimientos previos de dibujo, solo tener la motivación adecuada y las materias primas.

 

¿Os animáis a pintar una piedra Maní?

Manuela Echániz Rodriguez